Camino con dificultad por lo que se podría llamar un ejemplo de incivismo. Una voz en off, Alguien detrás mío o tal vez una voz interior me cuenta como la gente de este barrio (Estoy en el barrio la Esmeralda, Bogotá-Colombia) no poda la maleza que hay en los caminos, ni los arreglan para la comodidad de la comunidad, volviendo a estos, unos sitios intransitables en donde el caminante desprevenido tiene que vadear toda una suerte de obstáculos naturales para llegar a sus destinos. Yo lo hago con dificultad. Camino sin descanso y sin embargo siento que aquello no es una maldición sino una bendición.
Miro todos esos tortuosos caminos con deleite y admirado por esa belleza barroca como si caminara por un sendero virgen perdido en la selva. Me dirijo a una especie de mercado gigantesco al estilo Corabastos (Mercado popular de Bogotá)… para llegar a el, tengo que cruzar el umbral de chamizos y rosas que infestadas de arañas gigantes impiden el paso de cualquier persona.
Al cruzar este “Stargate” y con mi cuerpo lleno de telarañas y arañas horribles que me recorren de pies a cabeza, llego a una especie de batí-cueva en donde habitan los murciélagos mas grandes que yo haya visto jamás, el mercado en cuestión repleto de domingueros paisanos sufre un ataque aéreo de estas ratas voladoras haciendo que los visitantes a este mercado corran despavoridos por todo el recinto vaciándolo en un respiro. Yo estaba encantado por aquella muestra de acrobacias aéreas como si se tratara de un ataque de extraterrestres de una peli cincuentera de serie B.
Camino entre una nube de miles de murciélagos y entre el pánico ensordecedor de la gente.
Escucho detrás mío a una señora que le dice a un niño; tienes que tener cuidado con los murciélagos, la otra vez fue igual y por no tener cuidado te han mordido de nuevo… al escuchar esto volteo a mirar y veo una abuelita con un niño pequeño con una supuesta pequeña herida en el cuello. Ella lo increpa y al mismo tiempo lo mima. Yo le digo que no es para tanto mientras sigo mirando regocijado el vuelo de los bichos. Salgo del recinto acompañado de la abuelita y me encuentro ante un espectáculo maravilloso, un paisaje extraño de primera hora de la mañana cuando el sol despunta en el horizonte con los murciélagos gigantes haciendo miles de piruetas fantásticas entre la gente asustada.
Aquella mítica imagen me conmociona mas y acierto a decirle a aquella abuelita que no se preocupe por la herida del niño, que cuando uno cambia la visión de la realidad, todo se transfigura hacia otros misteriosos caminos y lo que supuestamente te daña se convierte en curación (Se en ese momento que mi teoría nace a partir de un sentimiento que me genera lo visual) reitero nuevamente sobre el extraño paisaje y muestro que no tengo ninguna herida y que el niño a la final no tiene nada en el cuello. camino entre el espectáculo con esta simpática señora que resulta ser mi abuela… nos abrazamos y le demuestro todo mi cariño y afecto. Me dice que teme lo peor y que morirá a las 2 (No se si de la madrugada o de la tarde) le digo que no piense en eso y que este tranquila, la abrazo fuerte y me vuelve a repetir lo mismo, le digo que la quiero mucho y nos despedimos…
La peligrosa marabunta aérea se disuelve con el calor fraternal del sol maravilloso.
